Implantes dentales y tabaco

Lo confieso sin atisbo de culpa, soy un feliz ex-fumador. Generalmente esto genera una actitud de extremista radical hacia el tabaco. No es mi caso.

Ser fumador implica un importante daño  para la salud, pero no  descarta ni hace peligrosa la colocación de implantes dentales.

Aunque no es muy alta, existe una mayor posibilidad de fracaso, en especial cuando es necesario el uso de injertos óseos. Ello se debe a las alteraciones en la microcirculación. En nuestra clínica supone un incremento de 2,5% respecto a la población no fumadora en la primera fase, y aun menor a medio y largo plazo. Cierto es que generalmente llegamos a un acuerdo de reducción de la dosis habitual.  Autores que publican un aumento del 25% en sus fracasos deberían de plantearse  si no existen otros factores que expliquen estas cifras tan altas.

Bain CA (Int J Oral Maxillofac Implants - 1994) ha publicado un trabajo sobre los implantes dentales en pacientes fumadores. En aquellos que dejaron de fumar durante una semana antes de la intervención y ocho semanas después, la tasa de fallo no presentaba ninguna diferencia significativa respecto a los no fumadores durante el mismo período. Hemos corroborado estos resultados en nuestra clínica. Y cuando menos una disminución significativa de los cigarrillos mejora sin duda los resultados.

Los inconvenientes del tabaco no provienen de sus efectos a través de la saliva, como piensan muchos pacientes. Provienen de las sustancias tóxicas que pasan de forma rápida a la sangre y desde ahí ejercen sus efectos negativos. Por ello lo mejor es reducir sus dosis en el período perioperatorio, y lavarnos la boca tras cada cigarrillo no nos librará de sus efectos.

De forma habitual establecemos un compromiso especial con los pacientes a los que hemos colocado los implantes, y el hecho de ser fumador no implica cambios en el mismo.

En estos pacientes deben de ser colocados en condiciones rigurosas y por profesionales con amplia experiencia, aplicando especiales condiciones de refuerzo.

 

Controversia en torno al cigarrillo electrónico

A pesar de ser una alternativa menos nociva que el tabaco, aún falta evidencia científica al respecto.

En nuestra Clínica siempre asesoramos a nuestros pacientes sobre los efectos nocivos del tabaco, especialmente cuando se enfrentan a una cirugía. Incluso les instruimos en pautas para abandonar la adicción, o al menos disminuir el consumo de forma significativa durante las semanas periquirúrgicas, lo que disminuye su impacto en el resultado quirúrgico.

Pero últimamente hemos asisitido al uso del cigarrillo electrónico como una alternativa temporal por parte de algunos pacientes para suprimir el consumo de cigarrillos en las semanas previas a la cirugía. Aún no disponemos de datos suficientes, pero lo estamos documentando.

Pero su uso aún está rodeado de muchas controversias, que esperamos se vayan despejando.

Se trata de una alternativa pensada para que los fumadores puedan satisfacer su adicción sin inhalar las numerosas sustancias nocivas del tabaco.

Sin embargo, y pese a estar cada vez más en auge (en 2011 se vendieron 200.000 unidades en España), la situación legal del e-cigarrillo en la UE no resulta clara. Aún no ha pasado los controles de los productos farmacéuticos, a pesar de contener nicotina, una sustancia adictiva que debe estar regulada.

Europa prepara una directiva al respecto, pero probablemente su aprobación aún tardará. Mientras, España aplica a estos dispositivos la normativa general de bienes de consumo, y puede ser vendido en cualquier establecimiento.

Existen pocos estudios, pero según el Journal of Public Health Policy (2010), el vapor del e-cigarrillo contiene una concentración 1000 veces menor de toxinas y carcinógenos que el humo del tabaco.

Sin embargo, no todo son ventajas. Diversos estudios cuestionan los supuestos beneficios de los cigarrillos electrónicos. En EEUU, la FDA ha detectado en algunas marcas nitrosaminas y dietilenglicol, compuestos cancerígenos también presentes en el humo del tabaco. Por ello, este organismo, entre otros, no los considera válidos como alternativa para dejar de fumar.

La OMS, por su parte, no permite publicitarlos como tratamiento antitabaco, y países como Australia, Alemania, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Noruega y Suiza han prohibido su venta, así como su uso en cadenas de hostelería y compañías aéreas.

Como en todas las causas, siempre hay detractores y defensores. Así, la organización británicaAction on Smoking and Health concluyó en un estudio realizado en enero de 2013 que, convenientemente regulados, podrían usarse dentro de una estrategia de reducción del daño causado por el tabaco.

En cualquier caso, los expertos subrayan que hacen falta más estudios para evaluar sus posibles riesgos. Recomiendan, entretanto, los productos de nicotina medicinal en venta actualmente en farmacias (chicles y parches).

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